15 de febrero de 2007

Afrodita en la isla de los mochos

La isla de los mochos, terrible lugar donde nadie dice lo que piensa en público -pecado mortal de hacerlo-, es llamada así, no porque ha sus pobladores les faltara alguna extremidad o parte de su cuerpo-eso sería relativamente fácil de solucionar- en la isla de los mochos, su corazón no esta completo, no se desarrollo a los tres meses de gestación, no se pudo madurar, viven, si es posible vivir con medio corazón.

Durante toda su historia -hasta antes del nacimiento de Afrodita- nadie decía lo que pensaba en público y mucho menos expresar sus sentimientos, por azares del destino o decisión de los dioses, Afrodita nació en esta isla, de dulzura en la mirada, de tierna voz, amante del amor, creció a disgusto con la cultura de la isla, y sin importar cuanto llanto le causara en su infancia expresar sus sentimientos, lo hizo sin dudar. Pero Afrodita creció y se convirtió en una mujer, vivía enamorada de la vida, esperando al hombre que despertara en ella la pasión.
El joven que esperaba llego, irremediablemente mocho, cual difícil es amar ha alguien así, cual doloroso es amar ha alguien así, pero no pudo evitarlo, no pudo negarlo, cada poro de su piel emanaba amor para él, Afrodita no fue correspondida, y busco en los brazos de otro hombre calmar su dolor.
Con aquel hombre -obviamente mocho- llego a conocer parte del paraíso, tal vez alcanzo a ver el cielo, descubrió nuevas maneras de expresar el amor, y le hizo el amor a ciegas, a oscuras, con pasión, sin amor, le hizo el amor. Aquel hombre murió con su corazón mocho y una sonrisa en el rostro.
El joven amor de Afrodita regreso a ella, supo de sus amores con aquel cadáver, sin dudar pensó que ella lo había olvidado, pues como podía a verse entregado a otro sin amor, eso en la isla de los mochos es más que pecado mortal, Afrodita intento explicarle al joven, que ella lo amaba, que moriría amándolo y que hacer el amor sin amor, es sólo pasión, él no la entendió y se marcho de su lado desilusionado.
Afrodita, triste y desolada, no entendía como se podía vivir así, cargando en su conciencia el desencanto de su amor, decidida a terminar con esto elaboro un plan. A las 12 del día en el centro de la isla, reuniría a todos y los haría entender que es el amor. La hora llego, Afrodita sale de su casa y se encamina a su crucifixión.
Su discurso comienza así: Hoy vengo a decirles la diferencia entre el amor y la pasión -todos la miraban desconcertados, murmurando unos a otros ¡esta loca!- Primero, el amor es más que una boda, es más que un compromiso, es más que hacer el amor, el amor, es vivir al verse en la mirada del ser amado, el amor, es soñar cada día y cada noche con estar a su lado. El amor, no se limita a la unión de los cuerpos, la unión de los cuerpos es sólo un complemento del amor, hacer el amor con el amor, es la unión de los latidos, de la respiración, es poder ver la estrellas de día, es poder ver el sol de noche guardado en su mirada. Hacer el amor con pasión-sin amor- es limitarse a jugar con los cuerpos, descubrir secretos, descargar en otra persona el exceso de amor, es compartir la soledad y sentirse pleno por un momento, hacer el amor sólo con pasión es normal cuando no se ha encontrado el amor, pero no esta mal, se vive haciendo el amor, deben aprender a hacerlo cada día, cada noche, sin juzgar, sólo por vivir, porque cuando encuentren el amor siempre será la primera vez.
Al terminar de hablar un enorme silencio, entre la multitud, el amor de Afrodita la veía fijamente-como asustado-, de pronto Afrodita en el suelo, fue golpeada por una piedra, que su multitud insatisfecha le lanzaba, al pasar de los segundos, Afrodita sujetada a una cruz, y a la distancia una multitud planeando que castigo se merecía tal infamia, de pronto, el fuego, sus pies, el fuego, su ropa, el fuego, su mirada, el fuego, el amor.
En los ojos de él, el fuego, su amada se calcinaba y no podía hacer nada, cada palabra había tocado su mocho corazón, cada palabra había iluminado su razón, descubrió que la había amado y que el fuego que consumía su cuerpo no lo extinguiría, se sentía idiota por no haber detenido la multitud, pero feliz de haber entendido cada palabra, cada sentimiento y haber completado su corazón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó, te la bañas eres buenisíma escribiendo, puro sentimiento el que reflejas, jeje un poco peligroso para mi gusto, pero en fin, que entienda el que deba entender y ojalá y se les quite (o se nos quite) lo mocho.....Creo que ya tenía rato sin leerte, me faltan muchos escritos....

Anónimo dijo...

Alberto:

Andale rubí le diste al clavo, ese final esta con madres, jajaja.
En serio esta muy bueno, me gustó mucho.

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